Escribe Paco Mira:
CHACHO, ¿POR QUÉ GRITAS?
¿A ustedes nunca les ha pasado el poder decirle a alguien que se
calle la boca que siempre está con la misma matraquilla?. Probablemente a mi
padre se le pasó por la cabeza en más de una ocasión cuando le pedía algo, se
lo recordaba más de una vez, alguna que otra hasta rallar el inicio de algún
enfado por parte del progenitor. El resultado no siempre era el esperado, pero
uno insistía por si acaso colaba la historia.
El evangelio de este fin de semana,
creo que va un poco por ahí. Yo me imagino a Juan, harapiento, probablemente
mal oliente, sin un aseo adecuado, sin una presencia física de lo más
deleitable, incluso con inquilinos de esos que les decimos a los padres de los
niños que los aseen de forma adecuada.... y mi amigo Juan, dale que te pego,
"preparen el camino al Señor.
Enderecen lo escabroso, allanen sus sendas...". Me lo imagino en
cualquiera de nuestros parques - probablemente faltos de mantenimiento -, en
cualquiera de nuestras plazas, delante de algún negocio sospechoso de una vida
intachable, etc... y lo más seguro es que ya estaríamos cogiendo el teléfono,
llamando a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, porque Juan, estorba,
me quita la clientela.
Claro, el Juan de hoy, no creo que
fuera como el del evangelio. Probablemente no estará en un desierto de arena
ardiente cual Lawrence de Arabia,
sino en cualquiera de nuestros pueblos y ciudades asfaltados y con todas las
comodidades.
Pero en esas ciudades y pueblos,
también hay desiertos, no de arena, sino de alquitrán. Desiertos a los que no
solemos acudir con frecuencia, quizás por miedo, por vergüenza... y allí en los
alejados, también hay un Juan Bautista, hay un Antonio, un Lucas, una Cristina,
una Isabel... que predican en el desierto real del asfalto y en el desierto de
los corazones de muchos que pasamos de largo. Un desierto donde habitan gente
sin hogar, donde moran en cartones y a la intemperie, padres y madres de
familia; un desierto lleno de gente en el paro y que la escasez de recursos no
les permite llegar a fin de mes; un desierto donde se desahucia a la gente por
no pagar un mínimo rentable; un desierto donde vemos pasar gente corriendo de
color y que nos dice que les ayudemos y nosotros lo que hacemos es llamar a las
autoridades...
En ese desierto, también se nos dice, "preparen el camino al Señor";
es una voz que probablemente solo escuchen unos pocos, cuando se grita para
todos; El Juan de hoy no comerá saltamontes, aunque sea la comida del futuro,
pero sí puede tener una alimentación escasa. Probablemente nosotros le diremos,
" pero bueno, ¿por qué
gritas?"., en canario, "Chacho,
¿por qué gritas?. Lo más probable es que gritemos mucho en los campos de
fútbol, en elecciones municipales, ... pero seguro que no somos capaces de
gritar a los cuatro vientos aquello de preparar el camino al Señor.
Un adviento, una espera, una esperanza,
sin un suspiro, sin un grito de aliento probablemente no sea ninguna de las
tres cosas y si no que se lo pregunten a una madre cuando da a luz..
Amigos, hoy el mensaje telefónico es de
caminar, yo diría de gritar, de quedarnos afónicos hasta que nos escuchen,
hasta que el mensaje llegue hasta el final. Ojalá que este adviento sea el
primero en afonía, para enderezar lo "cambado"
Hasta la próxima
Paco Mira