LA VIRGEN, EN EL SURESTE
JESÚS VEGA MESA. 04 JUN
2025
En estos días he mirado a un lado y a otro de los pueblos del
Sureste para intentar descubrir lo que nuestra patrona va a contemplar y está
contemplando ya en su primera visita ‘oficial’ a Santa Lucía. Digo oficial
porque estoy seguro de que ella, sin necesitar la imagen, ha contemplado
siempre con cariño estas tierras sedientas y agradecidas. Y no vamos a
ocultarle a ella nuestra realidad. No vamos a imitar lo que se hacía con los
antiguos ministros: poner vallas para que, desde la carretera, no se viera el
chabolismo, las cuarterías y la pobreza. Queremos, Virgen del Pino, que lo veas
todo. Que veas estos pueblos, a esta gente, estas comunidades tal y como son,
tal como somos. Lo bueno y lo malo.
Has atravesado los municipios de Ingenio y Agüimes y nuestro
barranco de Guayadeque. Y has escuchado el viento y las canciones de alegría y
también los lamentos. Te asomarás a lo alto de Sardina para descubrir el sur
con sus playas, los hoteles, los trabajadores y trabajadoras de San Bartolomé o
de Mogán. Verás incluso Arguineguín, lugar de entrada de muchos que huyen del
hambre y de la guerra. Qué importante sentir tu mirada cariñosa.
Recordarás, sin duda, María, cuando saliste de tu casa para acompañar a los novios de Caná que te necesitaban y apurar a Jesús para que hiciera el milagro que todos los novios y novias recuerdan y necesitan.
Ahora también. Has salido de tu “sitio de confort” en el camarín de
Teror para venir aquí y encontrarte con unas tierras áridas que tanto trabajo
han dado y pueden dar. Para encontrarte con familias canarias y familias
llegadas de otros mundos en busca de una vida digna. El templo de San Rafael
está hoy llenos de banderas representando a los muchos países que pueblan estos
lugares que estás visitando.
Quiero que veas los esfuerzos de tanta gente en nuestras
parroquias, en los colegios, en los lugares de trabajo y ayuntamientos,
intentando que la bondad y la fe y la alegría y la paz crezcan mucho más que
las injusticias, el racismo o el desprecio al otro. Seguimos necesitando que tu
Hijo convierta el agua en vino, en solidaridad, en respeto. Lo necesitamos.
Muchas veces los que trabajamos en anunciar a Jesús como catequistas, sacerdotes o animadores parroquiales nos quejamos de que somos pocos, de que no sabemos transmitir ilusión a los jóvenes. De que nuestros esfuerzos no son compensados suficientemente. Pienso que vienes a eso, María. Vienes a despertarnos, a animarnos, a felicitarnos por lo que estamos haciendo bien. Vienes a darnos fuerza y ánimo en nuestras luchas y dificultades.
Por eso sigo mirando estas tierras del Sur, sigo contemplando estos
paisajes y estas personas con las que te estás encontrando, estas parroquias y
estos grupos, Virgen del Pino. Necesitábamos tu presencia y ya estás aquí. Y
nos has traído la alegría de una Madre que visita a sus hijos e hijas. Y es que
necesitamos que vuelvas a decirle a Jesús:
-No tienen vino. Son pocos, pero son buenos. Convierte sus penas,
sus trabajos, sus cansancios, en el mejor de los vinos.