UNA LUZ GRANDE, MUY GRANDE
Buenos días Antonio y a todos los amables oyentes que
cada viernes a esta hora sintonizan Radio 10 Ingenio y se ponen en contacto con
la Voz de las parroquias del municipio.
Hoy, 13 de diciembre, los católicos, luteranos
y ortodoxos celebramos la festividad de Santa Lucía. Lucía significa Luz; es un
nombre de origen latino, que puede significar «brillante» o «luminoso»; y se le
ponía antiguamente a las niñas nacidas
con las primeras luces de la mañana.
Y
precisamente por estas fechas, en la actualidad, todos los pueblos, todas las ciudades, se han
apresurado a inaugurar solemnemente el alumbrado navideño. No está mal. Al fin
y al cabo, ya el profeta Isaías anunció que “EL PUEBLO QUE CAMINABA EN
TINIEBLAS VIO UNA LUZ GRANDE … refiriéndose al Mesías, al que esperamos, a
Jesús. Aunque los ayuntamientos no lo sepan, cuando dan al botón de encendido
están anunciando que el Señor está cerca, porque Él es la Luz.
Les
voy a contar un cuento, o tal vez una historia que tiene que ver con la luz.
Luciano era un ermitaño que había dedicado toda su vida a reflexionar, a leer, escribir y orar. Vivía en una cueva, en lo alto de la
montaña. Cada semana bajaba al pueblo a
comprar algunos alimentos. Cuando terminaba la compra, a eso del mediodía,
cuando el calor era más fuerte, subía de nuevo la montaña que era muy alta y
abrupta. Y además cargando con lo que había comprado. A mitad del camino había
una fuente.
El
agua discurría cristalina y apetecía tomar un poco para refrescar. Pero el
ermitaño no tomaba y decía para sus adentros:
-Voy a sacrificarme
y no tomar agua como sacrificio por
todas las personas que no pueden tomar agua.
Y por
la noche, antes de irse a dormir, miraba el firmamento dando gracias a Dios por
el día. Y cada semana, justo el día que había ido al pueblo y había llegado cansado y con sed,
Dios le regalaba una estrella más
brillante. Y el ermitaño, con
satisfacción se iba a dormir.
Pero
un día que Luciano bajó al pueblo,
ocurrió algo distinto.
Un muchacho se le acercó y le dijo.
-Luciano, Me gustaría aprender a vivir como tú, dedicado a leer, a rezar
y reflexionar. ¿Podría acompañarte algunos días?
El
anciano ermitaño le advirtió que era duro subir a la montaña y la vida en
aquella soledad. Pero el chiquillo insistió y emprendieron la subida a eso del mediodía.
Cuando
llegaron a la fuente se sentaron a descansar. El muchacho estaba sudoroso,
sediento. Y al ermitaño le entraron dudas.
-
¿Beberé agua y saciaré mi sed para que el chico también lo haga? Porque si yo
no lo hago, él tampoco lo hará.
Y el
anciano se agachó a beber el agua llena de vida que brotaba de la roca. Bebió
él y el niño también lo hizo.
Siguieron subiendo la montaña. Y cuando llegó la noche, el ermitaño casi
no se atrevía a mirar al cielo pues, seguro,
Dios no le iba a bendecir como en las noches anteriores con una
estrella.
Pero
al fin, sentado con el muchacho miraron juntos al cielo. Y esa noche, fueron dos las estrellas que se
iluminaron.
El
viejo recordó entonces las palabras de
la biblia: Misericordia quiero, y no sacrificio. (Mateo 9 y Oseas 6)
Bendita luz que llevó paz y alegría al ermitaño. Bendita la Luz de Belén
que esperamos. Benditas las luces que llenan nuestros pueblos que nos anuncian
que la Luz del Mesías está cerca.
El
Grupo Maná con Juan Luis Guerra nos canta
BENDITA TU LUZ
https://youtu.be/ABm-bFdgQdM?si=nAx5IdyP_GkAgefS
EL SEÑOR ES MI LUZ Y MI SALVACIÓN canta la Hermana Glenda
https://youtu.be/gYIgfPg9RwY?si=pf-u8yEsONCpdCFU
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