Reflexión del párroco
VOLVER A CREER
El pasado
domingo se celebró el Día de la
Santísima Trinidad. Podíamos decir
también que es el Día de Dios. O incluso el Día del Amor porque donde hay amor,
lo dice la Biblia, allí está Dios.
En estos días escuché
el testimonio de un profesor de filosofía. Su nombre, Julián. Se sentía orgulloso
no sólo por no haber creído en Dios sino
por haber colaborado a alejar de Dios a algunos alumnos a los que dio clases.
El había nacido en
una familia creyente pero alejada de Dios. Y él desapareció de la Iglesia
cuando hizo la primera comunión. Pura
inercia. Se acabó la catequesis, una fe muy infantil y debilitada y se acabó
toda relación con la Iglesia y con Dios. Y como es un gran lector, conoció a muchos
intelectuales que habían abandonado toda creencia religiosa. Poco a poco se
convenció de la inexistencia de Dios y propagó su increencia cada vez con más
fanatismo. Decía él mismo que era
“apóstol del ateísmo”.
Hace
pocos años, estando de viaje, cayó en
sus manos un libro de la vida de la Madre Teresa. No lo quería leer pero tampoco
tenía otro a mano y se enfrascó, aunque sin
entusiasmo, en su lectura. Primero se
reía de las cosas de la Monja. Después empezó a sentir pena y por último pasó a admirar lo que hacía aquella mujer
delgada y activa metida con los más
pobres del mundo en la India.
Descubrió
a una mujer que era feliz creyendo en Dios y se dio cuenta, según narra él mismo, que él ya
andaba decepcionado de muchas cosas y que, desde luego, no era feliz.
Dios,
ese que muchos niegan, estaba buscando a Julián aunque él ni lo buscara ni lo
quisiera.
Cuando regresó del
viaje, con la madre Teresa rondando por
su cabeza, al llegar a su casa abraza
a su hijo adolescente y este, educado en el ateísmo paterno, le dice:
-Papá, ¿sabes que he
conocido a una chica y que me animó
a asistir a unas reuniones en la iglesia
para confirmarme?
Julián no dijo nada. No podía decir nada.
Pasaron unos meses y
Julián, el apóstol del ateísmo, el profesor que convenció a tantos a no creer
en Dios, es hoy estudiante de Teología y
muy pronto, con su hijo y la novia de su hijo, también recibirá el sacramento
de la confirmación. Todo, gracias a la Madre Teresa, a su hijo, a la novia de
su hijo y gracias a Dios que siempre está, aunque no creamos en Él. Porque Dios está aquí. Si no, escuchen esta canción que lo afirma
con rotundidad: Dios está aquí. Tan cierto como el aire que respiras
CANCIÓN: Dios está aquí