Escribe Paco Mira:

ESPÍRITU SANTO, NO TE VAYAS, ILUMÍNAME

        De las tres personas de la Trinidad, el Espíritu, probablemente sea la que más quebraderos de cabeza nos ha dado a lo largo de la historia: empezó con María y ya ella no lo entendió, pero lo asumió; estuvo en el Jordán y Juan lo asumió quizás tampoco sin entenderlo mucho; creo que el único que lo entendió fue el propio Jesús, porque estaba sobre él, para dar la buena noticia a los pobres y anunciar a los cautivos la libertad. Ahora nos toca a nosotros entenderlo, asumirlo, estar con él, para ser testigos de quien creemos.

         Quiero creer en un Espíritu creador, que nos infunde la fuerza y el aliento de Jesús, ya que sin él no nos atreveremos a seguir sus pasos, la Iglesia, esa Iglesia sinodal y en camino, no se renovará.

         Quiero creer en el Espíritu Santo que nos recuerda con frecuencia las palabras buenas que decía Jesús y además nos ayuda a recordar el rostro bueno de un Dios que es Padre; nos ha de recordar y nos recuerda que el Evangelio no es una palabra muerta, sino viva.

         Quiero creer en un Espíritu de Verdad, que nos empuja a caminar en la verdad de Jesús, que nos libera de nuestros errores y mentiras. Si no nos fiamos de él seremos como ciegos que quieren guiar a otros ciegos.

         Quiero creer en un Espíritu que nos hace ver a Dios como Padre, a semejanza del propio Jesús. De no hacerlo así seremos como huérfanos que invocaremos a Dios con la boca, pero no con el corazón, y nuestras oraciones serán vacías.

         Quiero creer en un Espíritu bueno, capaz de renovar constantemente nuestro corazón cansado, fatigado de tantas y tantas adversidades que la vida nos va ofreciendo cada día. Si no creemos en la bondad del Espíritu, en nuestra querida y amada Iglesia los últimos no serán los primeros y siempre andaremos en una religión aburguesada.

         Quiero creer en un Espíritu que es amor. Pero no un amor cualquiera, sino el amor que amarnos los unos a los otros como nos amó Jesús. Sin la presencia de ese amor, nuestra querida Iglesia tendrá un montón de grietas, crecerán las divisiones, no habrá diálogo, sino intolerancia.

         Quiero creer en un Espíritu liberador, que nos hace libres en la verdad de Jesús. Sin su fuerza, nuestro seguimiento será el seguimiento de los esclavos, no conoceremos un amor que nos tiene que dar la vida, sentiremos miedo, seremos cobardes y probablemente seremos fanáticos.

         Quizás estemos viviendo en un mundo que va demasiado deprisa. Un mundo en el que la vorágine del día a día nos va consumiendo y no nos deja realizarnos como personas. Un mundo que, a pesar de estar acompañados, nos sentimos más solos que nunca. No somos capaces de encontrar el acomodo en una sociedad cada vez más acomodada y más tecnificada. Aquella famosa frase de “el hombre es lobo para el hombre”, parece que cobra sentido en una sociedad que es como la selva donde solamente impera el afán de supervivencia y no la de compartir lo que somos y tenemos.

         Este fin de semana, Jesús, en esta selva de la vida, nos dice “Paz a ustedes, pero, sobre todo, reciban el Espíritu”. Su amor, Su presencia oculta nos hace coger o nos tiene que hacer coger la fuerza necesaria para no negarlo y sobre todo para ser sus testigos.

         Cuando apaguemos el cirio pascual, ojalá que todos llevemos nuestra llama en el corazón y que no se apague hasta la vigilia del 2023, en la que la volveremos a encender. Que el recuerdo del cirio sea la esperanza viva de un Jesús que camina con nosotros a nuestro lado.

         Perdonemos los pecados, perdonemos de corazón y de verdad. No es fácil, pero esa es la grandeza de quienes seguimos a Jesús. En esta vorágine de selva mundana, todos estamos con los nervios a flor de piel, cualquier motivo es bueno y quizás hasta válido para saltar contra el hermano y Jesús nos vuelve a recordar, Paz, mucha paz para ustedes.

         Ojalá que los conflictos bélicos, desde Ucrania hasta cualquier otro país, reconozcan como propias las palabras de Jesús, paz y que el Espíritu de Pentecostés guie los pasos y los corazones de todos y cada uno de nosotros. Que nos ilumine en el quehacer de cada día, que no nos deje, que nos acompañe en cada uno de los pasos que damos.

 

        

        Hasta la próxima

         Paco Mira